Si en tu actividad comercial realizas importaciones o exportaciones, te habrás dado cuenta del impacto que tiene declarar adecuadamente tus mercancías. Posiblemente, lo percibes como un trámite que todos pueden hacer, pero la realidad, es que no cualquiera lo puede llevar a cabo con efectividad.
La clasificación arancelaria, permite que tu mercancía se encuentre identificada en las aduanas de otros países. Y sin la clasificación correcta, estarás frente a un problema que aterra a todas las empresas: perder dinero.
Para realizar esta clasificación, es necesario seguir al pie de la letra algunas reglas. Pero antes, es importante que cuentes con las nociones básicas.
La clasificación arancelaria, es un proceso que consiste en asignar a las mercancías objeto del comercio exterior, un código numérico creado por la Organización Mundial de Aduanas (WCO por sus siglas en inglés).
Este código numérico, se llama fracción arancelaria. Y es un código universalmente válido.
Entre los objetivos principales de esta clasificación se encuentran: control estadístico, fijar impuestos, derechos y regular toda mercancía que se pretenda importar o exportar.
Conocer la clasificación arancelaria permite abrir la puerta a beneficios de impacto para tu operación comercial.
En primer lugar, podemos decir que, si tu mercancía tiene la clasificación arancelaria adecuada, no tendrá problemas en las aduanas por las que deba pasar. Lo que garantiza evitar gastos extras.
La mayoría de los consultores en comercio exterior, identifican los siguientes beneficios:
En México, la regulación en materia de clasificación arancelaria, se establece en la Ley de los Impuestos Generales de Importación y de Exportación.
Dicha regulación, tiene como base el Convenio Internacional sobre el Sistema Armonizado de Designación y Codificación de Mercancías (Convenio SA), de la WCO.
Tal como su nombre lo indica, establece las cuotas que, atendiendo a la clasificación de la mercancía,
servirán para determinar los impuestos por importar y/o exportar.
En pocas palabras, la clasificación arancelaria, es el proceso para obtener la fracción arancelaria.
La fracción arancelaria, es muy importante para las transacciones de comercio internacional que tienen las empresas. Pues se usa para pagar impuestos, comprobar el origen de las mercancías y aplicar tratos preferenciales.
Incluso, su uso puede fortalecer nuestro proceso logístico, ya que el transporte, impuestos, permisos, etc., dependen de la clasificación que tenga nuestro producto.
La fracción arancelaria que identifica a cada producto, se compone por ocho dígitos:
A su vez, la fracción arancelaria se divide en dos tipos de mercancía: genéricas y específicas.
Las mercancías genéricas, siempre terminan con el número 99. Código numérico que agrupa los productos que no han sido identificados en fracciones específicas, en cuanto a la subpartida a la que pertenecen.
Por otro lado, las mercancías específicas, son las que podemos ubicar en un grupo particular como una mesa, silla o parecidos.
Según datos de la WCO, más de 200 países utilizan la clasificación arancelaria y casi el 98% de las mercancías objeto del comercio exterior están clasificadas bajo los términos del Convenio SA.
El código numérico que identifica a nuestros productos de acuerdo a sus características, es un lenguaje universal en el terreno de las importaciones y exportaciones.
Y a pesar de que cada especialista tiene su propio método, es importante tener preferencia en aquellos que nos pueden brindar antecedentes de éxito, los que tienen como prueba el resultado de su trabajo.
Cuando buscamos un consultor, se convierte en todo un reto encontrar a los mejores. Pues no puedes confiar algo tan delicado como las importaciones y exportaciones de tu empresa, a cualquier profesionista.
Por ello, te invitamos a que consultes con nosotros. En García y Asociados, entendemos muy bien las necesidades de tu empresa y cómo brindar una solución integral.
El comercio exterior puede ser un instrumento para potencializar las ventas y encontrar mejores proveedores. Pero si no tienes una buena asesoría, de instrumento podría pasar a un auténtico dolor de cabeza.