Gestionar operaciones de comercio implica estar al tanto de una amplia multiplicidad de equipos, artículos y personas. Debido a esto, herramientas como el RFID resultan de gran ayuda para muchos de los procedimientos de logística y transporte.
¿Te interesa conocer más de esta tecnología para comenzar a implementarla en tu empresa? A continuación, te contamos toda la información que necesitas conocer.
De manera simple, el RFID (Radio Frequency Identification) es un sistema de rastreo que implica la unión entre etiqueta y lector. La etiqueta se integra a un artículo o empaque determinado y el lector, mediante radiofrecuencias, extrae información relevante.
Esta lectura se realiza sin contacto y puede aplicarse a diferentes etiquetas de manera simultánea. Los datos obtenidos son inmediatamente enviados a un servidor. Después, se almacenan en la plataforma de gestión de almacenes que determinemos.
Las aplicaciones para la tecnología RFID son amplias, por lo que no es extraño que ésta se divida en numerosos tipos. Si bien éstos son adaptables según el área de trabajo,
su clasificación se determina por los elementos que componen la etiqueta.
Los siguientes son los tipos de RFID con los que más fácilmente te encontrarás en el mercado.
Para clasificar identificadores RFID hace falta tomar en cuenta si la energía proviene de ésta misma o de una fuente externa. Es decir, si el RFID está compuesto por sistemas de energía activos, pasivos o pasivos con batería de asistencia.
Los sistemas activos se refieren a aquellos identificadores que funcionan a partir de baterías internas. Mientras que los sistemas pasivos se alimentan de la energía de los lectores; y los pasivos con batería de asistencia emplean un sistema híbrido.
Otra manera de clasificar los identificadores RFID es a partir de su frecuencia. Según este parámetro, estas tecnologías pueden entrar en los siguientes rangos: baja frecuencia (LF), alta frecuencia (HF) y ultra alta frecuencia (UHF), donde:
Así mismo, las etiquetas RFID también pueden clasificarse según sus viabilidades de programación. Si éstas vienen pregrabadas y no permiten una segunda programación, nos hallaremos ante etiquetas de tipo OTP (One Time Programmable).
Por el contrario, si las etiquetas posibilitan una reprogramación, las denominaremos de tipo WMRM (“Write Many, Read Many”).
El tipo de comunicación también es un parámetro útil para identificar la practicidad de estos recursos. En este caso, tomaremos en cuenta
el intercambio de información entre el identificador y el lector.
Si ambos dispositivos son capaces de recibir información de manera simultánea, estaremos hablando de comunicación “full-duplex”. Por el contrario, si durante el intercambio pueden recibir información uno a la vez estaremos ante comunicación “half-duplex”.
La tecnología de radiofrecuencia está fuertemente relacionada a los métodos analógicos de modulación. En el RDIF, las modulaciones empleadas son ASK (Amplitud Shift Keying), FSK (Frequency Shift Keying) y PSK (Phase Shift Keying).
Si hablamos de cuestiones prácticas, la señal RFID cuenta con dificultades para atravesar ciertos materiales, como el metal o los líquidos. Igualmente,
su lectura resulta difícil en lugares donde se encuentran una gran cantidad de etiquetas.
En cuanto a la adquisición, el costo de una etiqueta RFID es mucho más costosa que un código de barras. A la par en que resulta complicado implementar este sistema: si deseas aprovechar la tecnología al máximo debes incorporarla a cada fase de la cadena logística.
Como mencionábamos, los usos del RFID en la actualidad son muy variados y abarcan un amplio listado de áreas. Y es que, si bien, tienen un papel fundamental dentro de las tecnologías de rastreo, éste no es el único. Existe también en nuestras vivencias cotidianas.
Por mencionar algunos ejemplos: podemos encontrarle en pulseras o tarjetas de acceso a lugares de acceso privado, en las tarjetas que se enganchan a las maletas en un aeropuerto, o bien, en llaveros para desbloquear el sistema de seguridad de nuestro hogar.
Dentro de la logística, la tecnología RFID resulta útil especialmente en
cuestiones de trazabilidad. Esto se debe a que su facilidad de lectura es amplia:
casi nunca comete errores. E, incluso, puede realizarse cuando alguno de los cuerpos está en movimiento.
De la mano con lo anterior, permite un control en tiempo real del inventario, así como de sus entradas y salidas. Sin mencionar que, también nos resulta útil para el control de acceso de empleados y automatización de otros procesos logísticos.
En comparación con el código de barras, las etiquetas RFID proporcionan un mayor número de
ventajas dentro del retail. Su uso más conocido es el de activar las alarmas en caso que alguien cruce el portal de salida sin pagar.
Sin embargo, hoy día, las ventajas son muchas más. Gracias a la incorporación del RFID en productos, podemos conocer nuestra disponibilidad de stock en todas nuestras tiendas en el mundo. Sin mencionar que sabemos qué modelos y/o tallas hace falta abastecer.
Conforme
esta tecnología se ha desarrollado ha ido encontrando usos potenciales. Por ejemplo, podemos utilizarla en lugares de muchísimo material como las bibliotecas. De este modo sabemos qué y cuántos títulos tenemos, y si se encuentran fuera del recinto.
También resulta sumamente útil en caso que queramos conocer el número de activos con el que contamos en una empresa. Sólo basta con colocar una etiqueta para saber cuántos ordenadores, impresoras, teléfonos y demás hay en el edificio.
La tecnología RFID es una de las más novedosas en transporte y logística, y puede brindarnos las facilidades que necesitamos. ¿Te interesa implementar esta tecnología en tu empresa? No esperes más y anímate a dar el siguiente gran paso hacia la optimización.